domingo, 16 de noviembre de 2008

El río helado

Un viajero muy cansado llegó a la orilla de un río. No había un puente por el cual se pudiera cruzar. Era invierno y la superficie del río se hallaba congelada. Oscurecía y deseaba llegar pronto al pueblo que se encontraba a poca distancia del río, mientras hubiera suficiente luz para distinguir el camino. Llegó a preguntarse si el hielo sería lo suficientemente fuerte para soportar su peso.

Como viajaba solo y no había nadie más en los alrededores, una fractura y caída en el río helado significaría la muerte; pero pasar la noche en ese hostil paraje representaba también el peligro de morir por hipotermia. Por fin, después de muchos titubeos y miedos, se arrodilló y comenzó, muy cauteloso, a arrastrase por encima del hielo. Pensaba que, al distribuir el peso de su cuerpo sobre una mayor superficie, sería menos probable que el hielo se quebrara bajo su peso.

Después de haber recorrido la mitad del trayecto en esta forma lenta y dolorosa, de pronto escuchó el sonido de una canción detrás de sí. De la noche salió un carruaje tirado por cuatro caballos, lleno de carbón y conducido por un hombre que cantaba con alegría mientras iba en su despreocupado camino. Allí se encontraba nuestro cauteloso viajero. Arrastrándose con manos y pies, mientras, a su lado, como un viento invernal, pasó el conductor con su carruaje, caballos y pesada carga ¡¡¡por el mismo río!!!

Herb Smith

Y tú ¿cómo cruzas el río?

sábado, 1 de noviembre de 2008

Por qué creo

En el mes de julio me quedé sin trabajo de la noche a la mañana, sin aviso previo, es más… sin aviso. La última revista para Spanair que traduje se cayó en el avión del accidente de agosto de Barajas. No veía la salida, pero tenía ganas de salir. Debo reconocer que mi único motor en esos días tiene casi 6 años y mide 1,10 m. Sola no se si hubiera podido.

Recurrí a todo lo que sabía, a lo que había aprendido hasta entonces pero nada parecía surtir efecto. Mi amiga Marisol se cansó de recomendarme el libro El Secreto, pero a pesar de que suelo comprar libros por Internet, no lo hacía.

Una tarde, por “casualidad”, entro a una tienda acompañando a alguien y allí estaba el libro, en una estantería con apenas unas pocas novelas carentes de interés para mi, en un pueblo segoviano de poco más de 1000 habitantes. Lo compré y lo saboreé poco a poco. PIDE, CREE, RECIBE, dice El Secreto. Y yo pedí y creí que recibiría y fui paciente. En medio de la espera, leí mucho sobre el tema, sobre la Ley de Atracción (atraes lo que piensas), sobre la Ley de Gestación (todo tiene su tiempo para ocurrir, que no ocurra ahora mismo no quiere decir que el Universo no esté en ello). Fui paciente, soy paciente, porque la paciencia es fundamental cuando esperamos algún cambio. Cambié, entretanto, mis pensamientos negativos por positivos, cada vez que me daba cuenta de ello. Y esperé. Bendije y agradecí por el trabajo que estaba realizando, pensando que era provisional hasta que el trabajo que verdaderamente quería, llegara. Nada llegó de la noche a la mañana, pero hace pocos días, sonó mi móvil. Número desconocido. Una conocida me pregunta si estoy disponible para dar clases de inglés durante solamente cuatro horas de lunes de viernes con un sueldo casi igual al que tenía cuando trabajaba para la revista. ¿La diferencia? ¡Al menos 5 horas menos de trabajo!

Entonces, si me preguntáis si creo en la Ley de Atracción, mi respuesta es si, si, si, y mil veces si. Siempre teniendo en cuenta que el Universo no “lee” los NO cuando pedimos. Si digo NO quiero engordar, el universo “lee” lo contrario y nos manda más de lo mismo. También debemos tener en cuenta que nuestra mente es demasiado lista y que si le decimos “Estoy flaco”, pero en realidad tenemos sobrepeso, no contesta “Mentira, mentira cochina”. Y esto último es lo que va a escuchar el Universo. Teniendo esto en cuenta, lo que nos debemos decir, lo que deben escuchar nuestra mente y el Universo es “Estoy en el proceso de adelgazar/ de dejar de fumar/ de sentirme feliz, etc.”

Solo estoy aprendiendo, solo voy paso a paso, pero confío, creo en que el universo me da lo que quiero, lo que necesito. Pido y me olvido de ello, y cuando menos me lo espero, como esa mañana, ocurre.

Y estoy segura de ello porque se que la solución a todo está dentro de mí. PIDE; CREE; RECIBE.