Parece un sueño, pero he llegado sin esfuerzo al día 21. Tres semanas. Ni pizca de ganas de fumar. Me siento más relajada, la piel sigue cambiando de tersura y el pelo va brillando más. El gusto y el olfato se desarrollan de manera que asusta casi.
Aún no siento que la vida valga más o menos la pena como muchos libros se empeñan en señalar, pero lo que realmente me importa es que no tengo ganas de fumar y eso ya es decir.
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